Las flores de mayo se habían reunido en el jardín. Le querían regalar algo
al sol en este mes tan rebonito, en el que el astro rey les da tanta vida
y color.
Pero lo malo era que no sabían qué podía hacerle ilusión al sol. Todas
discutian y no se ponian de acuerdo. Una margarita de pétalos blancos
alrededor de un botón amarillo pidió la palabra: - Si me dejáis a mí, yo
podría averiguar qué desea para ser feliz. - ¿Tú? ¿Sabrás hacerlo? – le
preguntan asombradas las otras flores. - Quizás sí, quizás no – contesta
la margarita algo picada, como si le arrancaran los pétalos, uno a uno.
- ¡Pruébalo, pues! – acceden las demás flores no muy convencidas. Poco
antes de la madrugada, la margarita fue donde el gallo y le pidió: -
Gallo, gallito, ¿cuándo cantarás para que salga el sol? Quiero verlo
cuando se despierta.- Quédate cerca de mí y pronto me oirás – respondió el
gallo y poco
después lanzó un fuerte ¡quiquiriquí!
Entonces se vio al sol desperezarse bostezando, todavía sin fuerzas para
quemar, y la margarita le preguntó: - ¡Buen día, buen sol!
Vengo de parte de las flores de mayo a pedirte que me digas qué te
gustaría que te regalásemos. Todas estamos muy agradecidas por tus cálidos
rayos. El sol sonrió y dijo:
- Yo nada necesito. Lo tengo todo. Quizás desee una sola cosa, aunque no
creo que las flores podáis Iograrlo. - ¡Quién sabe! ¡Qué es? – preguntó la
margarita. - Verás. Cada mañana me despierta el gallo y todo va bien.
Pero a la hora
de acostarme
nadie me avisa y a veces tengo miedo de fallar.
¿No sabríais algo para conocer exactamente el crepúsculo? - Creo que sí.
En el jardín hay unas flores que se Ilaman candelas
nocturnas porque abren los pétalos a tu ocaso.
Puedo pedirles que lo hagan al revés, que los abran un poco antes para
avisarte que te escondas, ¿Ouieres? - Te Io agradeceré mucho, linda
margarita.
- Agradéceselo a todas mis compañeras, que andan buscando un regalito para
ti. Ahora sabemos lo que te vamos a obsequiar. Hasta luego, querido sol. -
Adiós, margarita, y muchas gracias. Y así es cómo el sol, además de tener
un buen despertador en el gallo, tiene una buena adormecedora en la
candela nocturna.
Aurora
Díaz-Plaja
|
|
Die Maiblumen
hatten sich im Garten versammelt. Sie wollten der Sonne etwas schenken,
weil sie ihnen immer so viel Leben und Farbe gab. Leider wussten sie
nicht, was der Sonne Freude bereiten könnte. Alle redeten durcheinander,
aber sie konnten sich nicht einigen. Eine Margerite mit weissen
Blütenblättern rund um den gelben Kopf sagte: "Ich könnte herausfinden,
was sie sich wünscht." "Du? Kannst du denn das?", fragten die anderen
Blumen erstaunt. "Vielleicht ja, vielleicht nein", antwortete die
Margerite etwas betupft, als würde man ihr die Blütenblätter, eins ums
andere, ausreissen. "Also gut, versuch es!", willigten die anderen Blumen
nicht sehr überzeugt ein. Kurz vor Tagesanbruch ging die Margerite zum
Hahn und sagte: "Lieber Hahn, wann krähst du? Ich will die Sonne sehen,
wenn sie aufgeht." "Bleib dicht bei mir, und bald wirst du mich hören",
antwortete der Hahn. Wenig später stiess er ein lautes "Kikeriki" aus. Da
sah man die Sonne sich gähnend strecken, noch zu kraftlos, um zu brennen,
und die Margerite sagte: "Guten Morgen, liebe Sonne! Ich komme im Auftrag
der Maiblumen und soll dich fragen, was du dir wünschst. Wir wollen uns
erkenntlich zeigen für deine wärmenden Strahlen." Die Sonne lächelte und
sagte: "Ich brauche nichts. Ich habe alles. Es gibt wohl nur eine einzige
Sache, die ich mir wünsche. Doch ich glaube nicht, dass Ihr Blumen das
erreichen könnt." "Wer weiss! Was ist es?", fragte die Margerite. "Schau:
Jeden Morgen weckt mich der Hahn, und alles geht gut. Aber wenn es für
mich Zeit wird, zu Bett zu gehen, macht mich niemand darauf aufmerksam,
und so habe ich manchmal Angst, ich könnte mich irren. Wisst ihr eine
Möglichkeit, wie sich die Abenddämmerung erkennen lässt?" "Ich glaube
schon. Im Garten gibt es Blumen, die Nachtkerzen genannt werden. Sie
öffnen ihre Blüten, wenn du untergehst. Ich kann sie bitten, sich ein
wenig früher zu öffnen, um dir anzukündigen, dass du dich verstecken
musst. Möchtest du das?" "Ich wäre dir sehr dankbar dafür, schöne
Margerite." "Bedanke dich bei meinen Gefährtinnen, die dir etwas schenken
möchten. Jetzt wissen wir, was dich glücklich machen kann. Auf
Wiedersehen, liebe Sonne." "Ade, Margerite, und vielen Dank." Seither hat
die Sonne nebst ihrem guten Wecker, dem Hahn, eine gute Bettzeitlaterne,
die Nachtkerze.
Aurora Díaz-Plaja
|